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Mónica García: “El montañismo es una herramienta transformadora”

  • Foto del escritor: Esdmy Barrera
    Esdmy Barrera
  • 24 abr
  • 4 Min. de lectura

Mónica García es fundadora de Chapinas Montañistas;  en esta charla se refiere a cómo el senderismo ha trasformado su vida, pues dicha práctica promueve el bienestar físico y emocional en una comunidad exclusiva de mujeres.  

Mónica García destaca las vivencias que se comparten en grupo y con la naturaleza en cada ascenso y cambio de temporada

¿Cómo ha influido la experiencia de la exploración en las aspiraciones y trayectoria profesional de mujeres?


Para muchas mujeres, el montañismo es una herramienta transformadora que les permite descubrir su fortaleza interior. Al enfrentar y superar retos físicos, como subir una montaña, también comienzan a derribar barreras mentales que muchas veces limitan sus aspiraciones. Superar miedos, dudas y cansancio en cada ascenso se convierte en un reflejo de lo que también pueden lograr en otros aspectos de su vida, incluyendo el profesional.


La conexión con la naturaleza ofrece un espacio de silencio, reflexión y claridad mental, donde muchas encuentran respuestas que no llegan en medio del ruido cotidiano. Además, compartir estas experiencias con otras mujeres crea una comunidad de apoyo real, donde se inspiran mutuamente, se escuchan, se motivan y se impulsan a soñar más grande. Esta red no solo acompaña, sino que también empodera y muchas veces se convierte en el punto de partida para tomar decisiones importantes o replantear caminos profesionales y personales.

 

¿Se sienten más conectadas con el planeta y las personas después de sus experiencias?


Sí, la conexión con la naturaleza es, sin duda, una de las mejores partes. Después de cada salida, todas regresamos felices, llenas de energía, con historias que contar, nuevas amigas y fotos de paisajes hermosos. Personalmente, me encanta observar cómo los lugares cambian con las estaciones del año. En época de lluvia, todo se vuelve más verde y florecen distintas plantas y flores; mientras que, en época seca, caminamos entre hojas secas que cubren los senderos y es mucho más despejada la vista porque no hay nubes. A fin de año, los amaneceres y atardeceres se vuelven simplemente espectaculares.


Estos cambios en el entorno natural nos hacen reflexionar sobre cómo también nosotras vamos cambiando a lo largo del año. Nos sentimos parte de algo más grande, más conectadas con el planeta y con nosotras mismas.


¿Cuál es la mayor motivación para alienar a otras mujeres a subir montañas y volcanes o conectar con la naturaleza?


Mi mayor motivación es mostrarles a otras mujeres que sí son capaces de subir montañas y volcanes, y que pueden hacerlo acompañadas por una comunidad que las apoya. También quiero que sepan que en Guatemala existen lugares seguros donde podemos realizar actividades al aire libre y conectar con la naturaleza.


Me gusta hablar con ellas, escucharlas y motivarlas en los planes que tengan, ya sean profesionales o personales. Somos un grupo muy lindo, y entre todas nos damos palabras de ánimo y contención. Siempre hay alguna que está pasando por una situación difícil, y es muy especial ver cómo otras mujeres, en diferentes etapas de su vida, la acompañan con cariño, fuerza, consejos que vienen de mujeres de diferentes edades y que seguramente ya pasaron por lo mismo. 


Me encantaría ver cada vez a más mujeres en la montaña, en un espacio que tradicionalmente ha sido dominado por hombres o mujeres acompañadas de hombres. Que sepan que no necesitan de nadie para empezar: solo de ellas mismas y de una comunidad que las inspire a llegar más lejos. Hay muchos lugares para hacer montañismo en Guatemala que son seguros y hay que quitarse el estigma de que es peligroso. 


¿Qué sentimiento dejan las horas de esfuerzo recorridas para alcanzar la cumbre?


Es un sentimiento increíble. Al llegar a la cumbre se siente que todo el esfuerzo valió la pena: es un logro físico, mental y emocional. Recientemente, fuimos al Volcán Acatenango, y fue muy conmovedor ver a una compañera llegar a la cima entre lágrimas. Estaba feliz y emocionada porque esa cumbre la había dedicado a una amiga muy querida que falleció de cáncer. Detrás de cada ascenso hay historias personales que pocas veces se cuentan, pero que hacen cada paso más significativo. La montaña se convierte en un lugar de sanación, homenaje y transformación.


¿Puede compartir una experiencia personal, y cómo ha logrado con tanto esfuerzo superar desafíos sobre explorar la naturaleza?


Hace 5 años me daba miedo subir montañas porque no me sentía cómoda en superficies inclinadas. Recuerdo que una vez, mientras subía un sendero, la persona con la que iba decidió seguir sola a la cumbre porque yo era principiante y se aburrió de esperar. Me senté a un lado del camino y me puse a llorar; tuve un ataque de pánico. Fue una experiencia muy dura, pero también un punto de quiebre.


A partir de ese momento decidí aprender por mi cuenta. Aprendí a confiar en mis pasos, a usar bastones de senderismo, a identificar dónde poner los pies y, sobre todo, a relajarme sin depender de nadie. Hoy digo que puedo enfrentar esos desafíos con más seguridad y calma. No solo conquisté montañas, también conquisté miedos.

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