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Beatriz López: “Hasta donde Dios me dé fuerzas seguiré trabajando para salir adelante”

  • Foto del escritor: Paola Gómez
    Paola Gómez
  • 24 abr
  • 2 Min. de lectura

Una infancia complicada y una experiencia sentimental que la dejó en el desamparo, no evitaron que superara vicisitudes desde la economía informal, en la que consigue el sustento diario para ella y su familia. 

Beatriz López llegó al primer año de diversificado en secretariado bilingüe, pero resultó embarazada de su primer hijo, Erick. Decidió trabajar con sus padres para sostener al niño, pues no recibió apoyo de su pareja. Tuvo que enfrentar situaciones difíciles, como ser una madre que no pudo dar leche de su pecho, por lo que, además de comprar pañales, también compró botes de leche el cual pudo adquirirla con los ingresos de sus ventas.

“Me agarré de la mano de Dios y de mis padres”, comenta. Se gana la vida como comerciante en un mercado auxiliar cerca de El Trébol zona 11 de la capital; vende coletas de cabello, toallas sanitarias y toallas húmedas, al lado de su mamá. “Muchas personas me buscan, ya saben que estaré ahí y podrán comprar el periódico, ya que también ofrezco la prensa”, declara.


Beatriz en su puesto y un texto que dice "Actos de bondad: Beatriz una mujer resiliente"
Beatriz en su puesto y un texto que dice "Actos de bondad: Beatriz una mujer resiliente"

La perspectiva de Beatriz sobre el mundo es “dar sin recibir”; es una ayuda incondicional para su familia, aunque sus hermanas desprecien estos actos de bondad y reflejen comportamientos negativos hacia ella. “No sé qué le falta a la gente en su corazón”, menciona, pues estas actitudes recaen sobre su hija menor, Catherine. “No permití que mi esposo agrediera a mis hijos, como para aceptar que humillen a mi hija”, subraya.

Catherine y Erick, sus hijos, le acompañan en todo momento; Catherine expone: “Es una experiencia única, gracias a ella he desarrollado conocimientos para emprender un negocio”. La infancia de Beatriz fue estudiar y trabajar al mismo tiempo; vendió periódicos para ayudar a sus padres, pues su economía era inestable. Ella no sintió vergüenza, aunque sufrió discriminación de sus compañeros de clase. 


Beatriz tiene 44 años de edad, ha seguido cursos de belleza y corte confección, pero no culmina el ciclo por falta de tiempo e ingresos. Pero aún mantiene el anhelo de seguir estudiando, como, por ejemplo, electricidad o finalizar el diversificado.

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