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Semillas de esperanza que enfrentan múltiples desafíos

  • Foto del escritor: Ixchel Escobedo
    Ixchel Escobedo
  • 21 sept
  • 8 Min. de lectura

El eco de una oportunidad

Ivonne Alexandra Lemus nunca pensó que su vida cambiaría tanto cuando obtuvo "la beca Elite". Estudia Ciencias de la Comunicación en la Universidad Da Vinci, una universidad privada que, sin el apoyo, habría sido inaccesible para ella. “La beca representó motivación y alivio económico, ya que no podía estudiar en una universidad pública, por mis horarios y mi sueño era obtener una beca”, dice Ivonne. La beca no solo le permitió pagar la matrícula, sino también involucrarse en cursos adicionales de inglés e informática, y conseguir un trabajo formal en marketing digital y atención al cliente. Pero, sobre todo, le dio la seguridad de que su esfuerzo no sería en vano.

La historia de Ivonne no es aislada. Guatemala arrastra décadas de desigualdad en el acceso a la educación superior: según datos de la UNESCO, apenas un 18% de los jóvenes en edad universitaria logra acceder a estudios superiores. En este contexto, las becas no son un privilegio son, muchas veces, la única puerta que se abre para cruzar hacia un futuro distinto.

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Las estadísticas más recientes confirman este panorama, incluso lo hacen ver más desafiante. Para el año 2023, la "cobertura bruta" de la educación superior en Guatemala, en relación con la población de 18 a 24 años, era solo del 12%. Si se considera a toda la población del país, el porcentaje de matriculados en estudios superiores apenas alcanza el 2.5%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, existe una marcada desigualdad territorial, ya que el 44% de los estudiantes universitarios se concentran en el departamento de Guatemala, seguido de Quetzaltenango (9%) y Alta Verapaz (5%), lo que evidencia una centralización de las oportunidades educativas.

Quiénes dan las becas y cómo funcionan

El panorama de becas universitarias en Guatemala es diverso, pero fragmentado. Entre las principales instituciones que otorgan apoyos se encuentran:

  • La Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (SEGEPLAN), con su programa de becas nacionales e internacionales, orientado a estudiantes de alto rendimiento y a quienes buscan especializaciones fuera del país.

  • La Universidad de San Carlos (USAC), a través de su Dirección General de Bienestar Estudiantil, otorga becas socioeconómicas y de mérito académico.

  • Fundación Juan Bautista Gutiérrez, con un programa emblemático de becas completas en universidades privadas, dirigido a jóvenes con excelencia académica y necesidad económica comprobada.

  • Fundación BI y Banco Industrial, con apoyos económicos parciales y becas de continuidad para jóvenes en carreras estratégicas.

  • Proyectos comunitarios como Ija´tz, que apuestan por becas a estudiantes indígenas y de escasos recursos, vinculando el acceso a la educación con el desarrollo comunitario.

Cada institución establece sus requisitos: desde promedios altos y exámenes de ingreso, hasta estudios socioeconómicos que determinen la vulnerabilidad del estudiante. La mayoría coinciden en dos factores: buen desempeño académico y necesidad económica.

A los actores tradicionales se han sumado otras iniciativas, tanto públicas como privadas, que diversifican la oferta de becas en el país. El Ministerio de Desarrollo Social (Mides), por ejemplo, cuenta con el programa "Beca Educación Superior", una de las intervenciones del programa social "Mi Beca Social", que en el primer semestre de 2023 benefició a 1,521 jóvenes. Este apoyo se otorga a través de transferencias monetarias condicionadas, enfocándose en estudiantes de 16 a 28 años que se encuentran en situación de pobreza o pobreza extrema. Adicionalmente, organizaciones internacionales como la OEA también ofrecen oportunidades, a menudo en convenio con universidades locales como la Universidad Internaciones de Guatemala, con becas para programas de pregrado y posgrado en modalidad virtual y con descuentos de hasta el 60%.

“El 59% de la población vive en condiciones de pobreza: ahí es donde las becas no deberían ser un lujo, sino una política pública sostenida.” – INE

Segeplan ha intensificado sus esfuerzos en la gestión de becas. Entre los años 2020 y 2023, la entidad promovió el otorgamiento de 24,392 becas, un número considerablemente mayor que los 1,800 que se otorgan internacionalmente. SEGEPLAN actúa como un puente vital entre la comunidad internacional y los guatemaltecos, facilitando el acceso a oportunidades de formación académica. A través de la Dirección de Administración de Becas y Crédito Educativo (DABCE), esta institución se encarga de gestionar y divulgar la oferta académica de la cooperación nacional e internacional. Según datos recientes, entre 2006 y junio de 2025, SEGEPLAN ha gestionado la asignación de alrededor de 42,000 becas.

“En Guatemala muchos jóvenes con talento y determinación quedan fuera, no por falta de esfuerzo, sino porque el sistema nunca les abrió la puerta adecuada.”

La Fundación Juan Bautista Gutiérrez ha demostrado la efectividad de sus programas con cifras concretas. El proceso de selección para su programa de becas es altamente competitivo. En el año 2022, más de 4,534 personas visitaron el sistema de aplicación en línea, de las cuales 1,000 completaron la solicitud. De este grupo, 626 realizaron pruebas académicas y finalmente 50 jóvenes fueron seleccionados para recibir la beca. El programa no solo cubre el 100% de los costos de la carrera, sino que también incluye un estipendio mensual, apoyo para la compra de libros, refuerzo en el idioma inglés y un programa de acompañamiento. En el año 2024, la Fundación apoyó a 220 estudiantes, de los cuales un impresionante 96% mantuvo un promedio de notas superior a los 80 puntos, lo que refleja el compromiso y la excelencia académica de los becados.

Otras instituciones, como la Universidad Rafael Landívar, también han diversificado sus opciones de apoyo, ofreciendo programas como la "Beca Landívar", la "Beca Mateo Ricci, S.J." y la "Beca de Arte", dirigidos a estudiantes con excelente rendimiento académico, que inician estudios de pregrado en distintas áreas. La Universidad del Valle de Guatemala también maneja un programa de ayudas financieras que incluye becas y créditos educativos para apoyar a sus estudiantes, en el que los becados deben cumplir con "horas beca" como retribución, las cuales varían según el porcentaje de ayuda otorgado.

Voces desde la beca

Una de las historias que recoge el Proyecto Ija´tz es la de un joven becado que provenía de un hogar con serias dificultades: un padre alcohólico, un hermano en riesgo de caer en maras y un techo de cinco láminas como vivienda. Pese a esas condiciones, logró graduarse de nivel medio gracias a una beca de diversificado. “Nadie de su familia estuvo en el acto de graduación, pero ahí estabamos el director del programa y su tutora. Nosotros fuimos su familia ese día”.

Hoy trabaja como auxiliar contable, independiente, con la dignidad de quien conquistó su destino gracias a una oportunidad que parecía lejana.

Historias como las de Ivonne y la de este joven becado coinciden con la visión de Christian Stich, director de Proyecto Ija´tz: “Una beca no es solo dinero. Es transformar realidades. Los estudiantes que apoyamos no solo estudian: regresan a sus comunidades con herramientas, y eso cambia el futuro colectivo.

Pero también están las voces que narran el otro lado de la moneda: la de quienes, pese a sus capacidades y esfuerzos, nunca lograron acceder a una beca. Es el caso de Simón Antonio Ramón, un estudiante originario de Huehuetenango, que desde sexto primaria soñó con continuar sus estudios. Su profesor le sugirió buscar una beca porque veía en él liderazgo y organización, pero las condiciones nunca jugaron a su favor.

“Tenía opciones —Fe y Alegría en Huehuetenango o el Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica—, pero una por edad y otra por el costo que mi padre no podía cubrir me cerraron las puertas”, recuerda. Su papá, que apenas ganaba 600 quetzales, no podía comprometer 200 para gastos mínimos que pedía el programa.

Simón intentó una y otra vez. Tocó puertas en diferentes proyectos y en universidades privadas como la Universidad Landivar o la Universidad Francisco Marroquín, pero el requisito de haber estudiado “de corrido” siempre lo dejaba fuera: había tenido que pausar sus estudios por falta de dinero. “El título pesa y abre puertas, aunque no lo sea todo”, dice con 34 años, todavía en la etapa técnica de la carrera.

Su relato también desnuda problemas estructurales: falta de información clara, requisitos poco realistas y evaluaciones socioeconómicas que a veces no reflejan la verdadera necesidad. “Nosotros nunca tuvimos una base de datos que nos dijera: estas son las instituciones que dan becas. Y los estudios socioeconómicos, a veces, parecen más un filtro arbitrario que un apoyo real”, reflexiona.

En su testimonio se sintetiza un hecho incómodo: que en Guatemala muchos jóvenes con talento y determinación quedan fuera no porque les falte inteligencia o esfuerzo, sino porque el sistema nunca les abrió la puerta adecuada.

Más allá del papel

Las becas son una medida correctiva frente a un sistema que no garantiza igualdad de acceso. Significan movilidad social pasar de trabajos informales a empleos formales, romper ciclos de pobreza y abrir espacios de participación ciudadana.

La validación académica también se cruza en este camino. En el caso de becas en el extranjero, los títulos deben ser reconocidos por la Superintendencia de Educación Superior de Guatemala. Esto implica un proceso de trámites y evaluaciones que muchos desconocen, y que puede frenar la utilidad de la beca si no se gestiona adecuadamente.

Lo que cambia y lo que falta

Las estadísticas confirman lo que los testimonios adelantan:

Según SEGEPLAN, entre 2020 y 2023 se otorgaron más de 1,800 becas internacionales, principalmente en áreas de ciencia, tecnología y salud.

La Fundación Juan Bautista Gutiérrez reporta un 95% de éxito: sus becados no solo terminan la carrera, sino que acceden a empleos formales en el corto plazo.

En la USAC, las becas socioeconómicas han permitido la permanencia de más de 3,000 estudiantes por año, aunque la demanda siempre supera a la oferta.

Los resultados son claros quienes acceden a becas logran mejores oportunidades laborales, mayor estabilidad económica y en algunos casos desarrollan compromisos de reinversión social. Sin embargo, persiste la frustración de miles de jóvenes rechazados cada año por falta de cupo o información.

La conexión entre la beca y el empleo es un desafío central en la discusión sobre el impacto de estos programas. Ligia Chinchilla, coordinadora de la mesa de capital humano de la iniciativa Guatemala No Se Detiene, destaca que los programas de becas se han convertido en un mecanismo clave para que el empleo formal cuente con el talento que requiere, al complementar la educación formal que no ha logrado crecer lo suficiente. Esto permite a los estudiantes profundizar en habilidades que son demandadas por el mercado laboral actual. Sin embargo, la efectividad de estos programas para asegurar un empleo a corto plazo es algo que aún está a prueba, y el reto principal radica en conectar de manera efectiva el punto del aprendizaje con el punto del empleo formal.

Hacia dónde se camina

El desafío es doble ampliar la cobertura de becas y fortalecer los mecanismos de acompañamiento. En un país donde, según el Instituto Nacional de Estadística, el 59% de la población vive en condiciones de pobreza, las becas no deberían ser un lujo para unos pocos, sino una política pública sostenida.

Las instituciones coinciden en que se necesita:

• Mayor difusión de las becas disponibles.

• Acompañamiento integral (académico, psicológico y económico).

• Articulación entre sector público y privado para ampliar fondos.

• Transparencia en los procesos de selección.

Para abordar los desafíos, se ha propuesto la creación de un fondo de becas a nivel estatal. En el año 2025, el gobierno consolidó un fondo de becas con un presupuesto de Q250 millones, que sería administrado por el Crédito Hipotecario Nacional (CHN). Este fondo busca otorgar becas y créditos para estudios universitarios, técnicos e incluso cursos de inglés, con preferencia hacia la población en situación de exclusión y en regiones con menor oferta educativa. La intención es que los programas de becas se enfoquen en carreras que cubran la demanda laboral en Guatemala, asegurando que los estudios conduzcan a oportunidades de empleo real.

Una beca, mil futuros

Las becas en Guatemala son, sin duda, una llave que abre puertas, pero no están al alcance de todos. Existen historias de éxito, como las de Ivonne que inspiran y muestran que los apoyos funcionan. Pero también están historias como la de Simón, que evidencian las barreras estructurales de un sistema que, en lugar de ser inclusivo, a veces se vuelve excluyente.

El desafío está en ampliar la cobertura, transparentar los procesos y, sobre todo, garantizar que la falta de recursos no sea un muro infranqueable para la juventud guatemalteca. Porque el talento está; lo que falta son las oportunidades.

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