Una consecuencia silenciosa de la pandemia

Aunque la emergencia sanitaria por covid-19 fue hace 5 años y los casos mortales han ido disminuyendo en comparación con los de entonces, las consecuencias que ha dejado en la sociedad son fuertes. Uno de los sectores afectados psicológicamente son las mujeres por el confinamiento, la carga doméstica y el desempleo.

Fanny posa sentada en una silla y se lee el texto "Una consecuencia silenciosa de la pandemia"

Durante la pandemia muchas mujeres debieron asumir papeles como educadoras, madres y profesionales al mismo tiempo, lo cual les generó síntomas de ansiedad por la sobrecarga de responsabilidades y el pánico. Datos de la Organización Panamericana de la salud (OPS), indican que las mujeres reportaron hasta el doble de síntomas de ansiedad respecto de los hombres.

Fanny Lizeth, Matamoros López una mujer de 50 años, quien vivió de cerca perder a un familiar relata:  “Me contagié y cuando estuve en tratamiento mi hija, también; yo superé la crisis, pero ella murió. Cuando salí del hospital me entregaron sus cenizas; tuve que ser fuerte porque me hice cargo de mis dos nietas”.

Cinco años mujeres como Fanny siguen enfrentando desafíos económicos y emocionales derivados del Covid-19, algunas perdieron su trabajo, otras no logran volver al mercado laboral y otras con trabajos informales logran sobrevivir. El reto en la actualidad no solo es atender las nuevas variantes o nuevos caso que se presenten también tratar las heridas invisibles que dejó esto implica la ayuda psicológica como redes de apoyo comunitario.

En el país, han surgido espacios de ayuda psicológica organizaciones como Creamos Guatemala, FUNDABI y CAIMUS facilitando terapias y espacios que permiten hablar del dolor.

Un nivel desafío es poder ayudar a todas las personas que viven las secuelas de la pandemia y buscar la residencia en cada una de ellas para poder levantarse.